El trastorno temporomandibular (TTM) es una afección que afecta la articulación mandibular y los músculos que la rodean, causando a menudo dolor, rigidez, chasquidos, y dificultad para mover la mandíbula. Se estima que entre el 50% y el 66% de los adultos experimentará al menos un episodio breve de TTM a lo largo de su vida que se resolverá por sí solo. Sin embargo, aproximadamente entre el 5%–12% puede presentar síntomas graves o persistentes que requieran la intervención de un profesional de la salud. Aunque los dentistas y los médicos suelen ser el primer punto de contacto, existe un creciente interés en la comunidad científica sobre el papel de la quiropráctica en el tratamiento del TTM.
La articulación temporomandibular está formada por la articulación del hueso temporal del cráneo y la mandíbula, o maxilar, que permite a la mandíbula abrirse y cerrarse, moverse a izquierda y derecha, y deslizarse hacia adelante y hacia atrás. Es una articulación sinovial con un disco de fibrocartílago que la divide en dos compartimentos. Los músculos masticadores y los músculos hioides controlan estos movimientos. El masetero y el temporal ayudan a cerrar la mandíbula, con la ayuda del pterigoideo medial. El pterigoideo lateral ayuda a la protrusión. Si se altera el movimiento o la función de alguno de estos tejidos, la articulación puede volverse limitada y dolorosa.
El TTM puede surgir repentinamente tras un traumatismo, como un latigazo cervical o un golpe directo, pero lo más frecuente es que se desarrolle gradualmente con el tiempo como resultado de microtraumatismos, tensión muscular, desgaste articular, bruxismo, apretar los dientes repetidamente, y estrés crónico. En estos casos, los tejidos que rodean la articulación envían continuas señales de dolor al sistema nervioso central, lo que puede sensibilizarlo y provocar que el dolor y la rigidez persistan mucho después de que los tejidos hayan comenzado a sanar.
Una revisión de las pautas de diciembre de 2023 destacó el valor de las terapias conservadoras que suelen proporcionarse en las consultas quiroprácticas para el manejo del TTM crónico, incluyendo terapia de manipulación, de movilización, y de puntos gatillo; ejercicios supervisados; y estiramientos suaves—todo ello con el objetivo de mejorar la movilidad articular y reducir el dolor. El tratamiento manual también puede ayudar a disminuir la catastrofización del dolor, la tendencia a describir el dolor de forma exagerada, y reducir la kinesiofobia, el miedo al movimiento que puede provocar mayor protección y rigidez.
Además de tratar la mandíbula en sí, las investigaciones siguen destacando una conexión entre el TTM y la disfunción de la columna cervical. Muchos pacientes con TTM también tienen dolor de cuello o movimiento restringido del cuello—algo que los médicos quiroprácticos han tratado durante mucho tiempo con gran éxito. Una revisión sistemática de cinco estudios realizada en mayo de 2023 concluyó que mejorar la movilidad de la columna cervical puede disminuir el dolor, la sensibilidad, y las limitaciones funcionales de la mandíbula. Esto resalta la necesidad de un enfoque holístico porque la disfunción en una región puede contribuir a la disfunción en otra. Abordar no solo la mandíbula, sino también el cuello y las estructuras circundantes puede ayudar a producir resultados mejores y más duraderos para el paciente con TTM.